Todos experimentan miedo y ansiedad en algún momento de sus vidas.
El miedo es una reacción a alguna amenaza.
Por ejemplo, puede estar ansioso por la posibilidad de ver una serpiente en una caminata por el bosque, mientras que puede sentir miedo si una se desliza directamente frente a usted.
En algunos casos, las personas pueden estar ansiosas en general sin saber realmente por qué.
Normalmente, el cerebro maneja nuestro miedo y ansiedad sin permitir que interfieran con nuestro funcionamiento diario.
Si hay una amenaza cercana, diferentes áreas del cerebro nos ayudan a darle sentido a la amenaza al amplificar o sofocar nuestra ansiedad y miedo.
Sin embargo, para algunas personas, la ansiedad puede ser abrumadora y puede interferir con la vida diaria.
La ansiedad se convierte en un problema cuando estas áreas del cerebro funcionan de manera inapropiada (o no funcionan), lo que desencadena una serie de comportamientos inapropiados o irracionales.
La ansiedad prolongada como esta puede diagnosticarse como un trastorno de ansiedad.
Los trastornos de ansiedad, como el trastorno de pánico o el trastorno de ansiedad social, pueden requerir terapia para permitir que los pacientes lleven una vida normal y feliz.
Hasta hace poco, los científicos creían que un área del cerebro del tamaño de una canica, llamada amígdala, servía como centro del miedo y la ansiedad.
Algunos estudios han demostrado que los monos con daño en la amígdala eran inusualmente estoicos ante un estímulo aterrador (como una serpiente cercana).
En las personas con trastorno de ansiedad, los científicos pensaban que el miedo y la ansiedad inapropiados eran causados por una amígdala hiperactiva, una causa simple con un efecto simple.
Hoy, sin embargo, apreciamos que la ansiedad es el resultado de un parloteo constante entre varias regiones cerebrales diferentes: una red de miedo.
Ninguna región del cerebro genera ansiedad por sí sola.
En cambio, las interacciones entre muchas áreas del cerebro son importantes para la forma en que experimentamos la ansiedad.
Una posible explicación de cómo funciona esto divide el cerebro en dos partes: un cerebro cognitivo y un cerebro emocional.
El lóbulo frontal, donde todas nuestras sensaciones y pensamientos se unen como una experiencia unificada, es el cerebro cognitivo.
La amígdala, ubicada en lo profundo del cerebro, es parte del cerebro emocional.
Según esta teoría, solo sentimos ansiedad cuando las señales del cerebro emocional dominan al cerebro cognitivo y llegan a nuestra conciencia.
Si puedes racionalizar que, por ejemplo, las serpientes son raras en el bosque en el que estás caminando (usando el cerebro cognitivo), entonces la red cerebral cognitiva supera y domestica la red del miedo emocional.
Por ejemplo, una región en el lóbulo frontal, llamada corteza cingulada anterior dorsal (dACC), amplifica las señales de miedo provenientes de la amígdala.
Cuando a los pacientes ansiosos se les muestran imágenes de rostros temerosos, el dACC y la amígdala (entre otras regiones del cerebro) aumentan su charla, produciendo una ansiedad palpable.
Las personas sin ansiedad muestran poca o ninguna respuesta.
Los pacientes con daño en esta región del cerebro tienen más probabilidades de experimentar ansiedad, ya que se han levantado los frenos de la amígdala.
Mediante el uso de imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), los científicos han demostrado que estas regiones del cerebro se activan cuando las personas experimentan ansiedad.
Pero los detalles de cómo estas regiones trabajan juntas aún no están resueltos.
Los científicos de todo el mundo todavía están trabajando arduamente, desentrañando los misterios detrás de la ansiedad y los trastornos de ansiedad.
Afortunadamente, todavía hay buenas razones para tener esperanzas en los pacientes con ansiedad.
Algunos pacientes con ansiedad se benefician de las terapias con medicamentos , como los antidepresivos.
Otros pacientes se benefician de la terapia conductual.
“La terapia conductual es la mas efectiva”
Un tipo de terapia conductual implica exponer gradualmente a los pacientes a los desencadenantes que desencadenan su ansiedad.
Con el tiempo, los pacientes aprenden a superar su ansiedad a través de estas exposiciones repetidas, ya que estas situaciones no conducen a un daño real.
Más allá de las drogas y la terapia conductual, los científicos y psiquiatras también están buscando nuevas formas de tratar la ansiedad, utilizando hallazgos recientes para guiarlos.
Algunos científicos están tratando de utilizar escáneres cerebrales de resonancia magnética funcional para hacer coincidir a los pacientes con ciertas terapias, ya que los trastornos de ansiedad pueden variar de persona a persona.
Otros están usando técnicas como la estimulación cerebral profunda para empujar las regiones cerebrales que inducen ansiedad hacia un estado más saludable.